Ató a su hija a la cama para que no siga drogándose

 

Son 10 años de sufrimiento, consultas psiquiátricas, internaciones, huidas, agresiones y una pelea que parece no tener fin. Es lo que Susana Chiramberro, una mujer de Mar del Plata, tuvo que soportar para poder sacar a su hija Paula de una fuerte adicción a la cocaína. Es un tiempo en el que se vio obligada a tomar las medidas más desesperadas con tal de alejarla de las drogas. Como cuando la ató con sábanas a una cama para evitar que escapara de casa para consumir. Dramático momento que fue filmado y difundido -con su autorización- en las redes sociales. El objetivo de exponer de esta manera a su hija es parte de un pedido de ayuda a la Justicia para que ordene la internación compulsiva de la joven y así salvar su vida.

“No tengo vergüenza de mostrar el caso. Voy a seguir hasta las últimas consecuencias”, dijo Susana en diálogo con Infobae. Es que a pesar del tortuoso camino que recorrió, la mujer se muestra firme y decidida a no dejar sola a Paula, aun cuando ella no está dispuesta a dejarse ayudar. “‘No quiero curarme. Me quiero morir’“, me dice. Pero yo no voy a parar hasta lograr que la internen”, agregó.

El video que se dio a conocer corresponde a un episodio ocurrido hace unos ocho meses. Pero según contó, son muchos los momentos en los que tuvo que maniatarla o encerrarla. La adicción le generó un desequilibrio mental y emocional que incrementaron su agresividad a niveles altísimos. “Su estado de salud no es bueno por el consumo. Este último fin de semana estaba en la calle pegándole a la gente con un palo. La entramos a casa. La pusimos en el local atada”, relató.

Tras este episodio, la Justicia libró un oficio para internarla en el hospital interzonal de agudos Oscar Allende. Pero allí le dijeron que no podrían mantenerla por mucho tiempo más. Por eso, ahora la familia le pide al juez Juan Facundo Dominoni, titular de Juzgado de Familia Nº4, que ordene la internación compulsiva. Los padres necesitan de la ayuda estatal ya que no le pueden hacer frente al pago de una institución acorde a las necesidades de su hija. “Averigüé en Buenos Aires y me cobran hasta 30.000 pesos. Yo la llevo a donde sea, pero no puedo pagar. Por esta situación me quedé sin trabajo en diciembre. Tuve un cuadro depresivo y en el laburo no me dieron más licencia. Hoy no tengo los medios económicos para pagar un lugar. Si los tuviera buscaría ya un lugar”, lamentó.

Ahora espera la decisión de la Justicia porque si en el sanatorio donde está no la mantienen internada, no sabría qué hacer. “Es un hospital para enfermos mentales. Ella necesita una comunidad en donde la puedan tratar. Yo necesito que me den una mano y a veces siento que me toman el pelo“, se quejó la mamá.

Una historia difícil

Nunca tuvo la posibilidad de llevar adelante una vida normal. Paula comenzó a consumir cuando apenas tenía 20 años y su madre cuenta que desde que era una adolescente mostró serios problemas de conducta. Pasó por varios colegios por su agresividad y estuvo bajo varios tratamientos psiquiátricos que finalmente terminaría abandonando. Tiene dos hijos, de diferente padre. Uno de 13 años y otro de 3. El mayor está en este momento con su papá porque los abuelos no quieren que vean la situación que padece.

“Yo estoy a cargo de los menores. Por eso no puedo tenerla acá. Los puede lastimar en cualquier momento”, remarcó Susana, quien incluso relató un episodio de violencia que sufrió en los últimos días con ella y por el cual resultó lastimada. “La estaba bañando. De un momento a otro me empujo, se puso agresiva y me tiró contra la pared. Me luxé una costilla”, relató la mujer para dar cuenta de la dependencia que tiene la joven en su mamá pero al mismo tiempo la inestabilidad emocional que la aqueja.

A lo largo de estos años, Paula huyó de muchos lugares en los que estuvo recluida. Siempre encontró la forma de escabullirse para ir a buscar droga. “Se escapó de lugares insólitos en los que estaba custodiada. A veces me preguntaba cómo hizo para irse. Nunca encontré explicación”, resaltó.

La nueva legislación de salud mental establece más requisitos para que la Justicia pueda ordenar que la recluyan en un centro para adictos. Hace unos años tuvo una internación compulsiva en Chapdmalal pero los médicos le preguntaron, como era mayor de edad, si quería seguir internada. Acostumbrada a desafiar la autoridad, dijo que no y tuvieron que irse.

En 2017, tras acercarse a una Iglesia Evangélica, estuvo siete meses sin consumir, pero este último verano tuvo una recaída y todo se complicó aún más hasta el episodio de agresión de los últimos días. “Tengo que tener una solución”, pide incansable la madre.

Lo cierto es que Susana no da más pero no baja los brazos. “Yo no sé qué más hacer. Nunca tuve respuesta de la Justicia. Ella tiene hijos y nosotros los queremos preservar”, dijo. Desde la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) se pusieron en contacto con ella para ver cómo la pueden ayudar. Por lo pronto, espera la decisión del juez para ver si obtiene una beca en una institución. “No me voy a dar por vencida. No puedo permitir que se muera”, reiteró.

Infobae se contactó con la Secretaría y supo que un equipo del DIAT de Mar del Plata (dispositivos integrales de abordaje territorial), se puso en contacto con Chirimberro para ofrecerle la contención necesaria. Asimismo, confirmaron que la paciente aún se encuentra internada en el Hospital Interzonal, dónde está siendo tratada. Pero como dijo Susana, “esto es temporal” y necesita de manera urgente una solución definitiva.

 

Fuente: Infobae

 

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