Madre coraje: Enzo tiene un sueño y Viviana hace de todo para cumplirlo
Después del trabajo, todas las noches hasta bien entrada la madrugada se dedica a la venta ambulante y anda por las calles con un cuadro selfie para los estudios de su hijo. Cuando el ingenio y el sacrificio surge contra todos los obstáculos.
nzo tenía 5 años cuando le pidió a su mamá Viviana cumplir su sueño: ser músico. El primer paso fue justamente con los pies: “Si él llega al pedal de la batería, se queda”, les dijo por aquel entonces el director de la orquesta de la escuela Bernabé Aráoz. Cuando Enzo creció y llegó a tocar el pedal, no dejó más la música: hoy cursa el segundo año del Conservatorio de Música y quiere ser Profesor.
Detrás del sueño de Enzo, hay una madre que lucha día y noche, como tantísimas madres en Tucumán, para que sus hijos puedan estudiar, trascender, ser mejores, acceder a oportunidades a las cuales ellas no pudieron hacerlo: “Desde los 10 años me dedico a la venta ambulante. Empecé vendiendo en la calle para mi primo, cursé hasta segundo año y después ya cuando nació Enzo no paré: ¿qué no haría una madre por su hijo?”
La respuesta de Viviana empieza cuando después del trabajo, vuelve a su casa en el barrio Ampliación Tiro Federal, a un par de cuadras de la comisaría 11, come con su hijo y sale a la calle a vender: “Me tomo el 4 o pasa a buscarme en la moto la señora Valeria, que cuida autos. Las dos trabajamos en la zona de la Chacapiedras hasta las 5 de la mañana: vendo golosinas y encontré una variante para que los chicos se prendan: los cuadros para selfies”.
Cuando la plata no alcanza, el ingenio aflora: “Estábamos con Enzito viendo cómo podíamos hacer para juntar el dinero que sus estudios necesitan. Todo empezó el año pasado con el Día de los Enamorados. Antes, ofrecía unos packs a las parejas que incluían un chocolate, un peluche y unas flores. Pero está tan caro todo que buscamos otra opción”.
La idea se les ocurrió cuando vieron a los egresados universitarios ya pintados en los baúles de los autos o en las cajas de las camionetas mientras suenan las bocinas y hasta los perros ladran: “Creamos cuadros con luces led y distintas temáticas: para San Valentín armé un cuadro de selfies con forma de corazón. Hicimos un cupido, lo he forrado con telas, rosas y anduvo muy bien: la gente colaboraba a voluntad y así pudimos comprar los primeros útiles”.
Pero no quedó ahí: “Para las marchas por el Ni Una Menos armamos otro cuadro para sumarnos al reclamo de las mujeres. Las chicas conocieron el sacrificio que hace Enzo como hijo y yo como mamá. ‘Vos estás colaborando para que mi hijo pueda estudiar’, les agradecemos. Y luego llegó el cuadro con las notas musicales blanco y negro: en la Chaca hay muchos músicos que se prendieron y ahora le ofrecieron sumarse a una banda, pero primero el estudio y luego las giras y todo lo que implique ser músico”.
“Los cuadernillos son lo que más cuesta para estudiar la carrera. El FOBA 2 cuesta 350 pesos, por ejemplo. Yo valoro todo lo que hace mi mamá. Somos los dos solamente. La espero despierto a la noche y nos vamos a dormir. Me gustaría acompañarla con la venta, pero ella no me deja: mi sueño es llegar a ser profesor y me tengo que quedar a estudiar. La parte teórica es lo que más tiempo lleva”, cuenta Enzo, fanático del rock y la música clásica.
Cuando termina la nota, Viviana se va a la parada del colectivo. Pero Enzo retoma el diálogo con eltucumano.com y revela: “Yo quería decir algo sobre mi mamá que no lo dije hace un momento porque ella estaba conmigo y seguramente no le iba a parecer bien pero la verdad es que mi mamá tiene un problema de salud, está sin la medicación y a veces esta dos o tres meses en cama: cuando se recupera sale a vender y es para pagar todos los remedios. Ahora está contenta porque una chica le ofreció hacer una feria americana así no sale en el frío a vender. Sé todo lo que ella hace. Y sé que algún día se lo voy a devolver”.
fuente: el tucumano